Coetzee 'se bautiza' como autor en español: «Cervantes es el padre y la madre de todos los novelistas»

El Nobel se convierte en el primer autor no hispanohablante en depositar un legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes

Coetzee: «Las palabras no traducen la pintura, apenas la sustituyen»

Coetzee, en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes EFE
Bruno Pardo Porto

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Tiene Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) la mística de los escritores que aprecian el silencio. Tiene, también, ochenta y tres años, pero no se sabe dónde, tal vez en sus zapatos negros. El Nobel está de despedida de su mes en España (o en el Museo del Prado, que es lo mismo) y va a terminar su visita sin arrimarse a un micrófono, y eso que estamos en campaña electoral: qué talento. Ayer se acercó a la Caja de las Letras en el Instituto Cervantes para convertirse en el primer autor no hispanohablante en depositar un legado allí, y lo hizo leyendo un discurso breve como un sorbo gustoso que pronunció en español, siguiendo ese proceso de españolización, o mejor, de desanglonización, que lleva perpetrando unos años: ha decidido publicar sus obras primero en la lengua de Cervantes, y aunque aún escribe en inglés lo hace de la mano de su traductora al español, puliendo el estilo para que suene bien traducido, pues considera que esta traducción es la versión original de su obra. «Acepto esta invitación porque de manera indirecta me permite asociar mi nombre con el de Miguel de Cervantes, padre y madre de todos los novelistas, el escritor que más admiro», confesó. Antes explicó que su legado consistía en una copia del borrador de la conversación que tuvo con Mariana Dimópulos en el Museo del Prado sobre los lenguajes del arte. Pidió que su caja se abriera el día de su muerte.

No dijo mucho más, Coetzee. Apenas un chiste de presentación y un poco de humildad. Sonó así: «Cuando el Museo del Prado me invitó a pasar un mes en Madrid, no me imaginé que terminaría mi visita en la cámara acorazada de un banco rodeado de los recuerdos de grandes escritores de la tradición española [hubo alguna risa]. Está claro para todos ustedes y también para mí que mi presencia aquí es un accidente. No pertenezco, excepto en un cierto sentido espiritual, a la tradición española».

Luis García Montero, director del Cervantes, se mostró feliz y solemne, por ese orden. Fue él quien describió ese extraño viaje de Coetzee hasta el español, un viaje lleno de preguntas. «Nos gusta preguntarnos sobre lo traducible y lo intraducible, pero nada es esencialmente intraducible. Antonio Machado decía que no hay nada importante que no se pueda hablar con un niño. De igual modo no hay nada esencialmente importante que sea intraducible. Por eso existe la interculturalidad, y por eso Kafka o Dostoyevsky son escritores tan españoles como María Zambrano o como Pérez Galdós. Por eso García Márquez es tan austríaco como Jelinek, y por eso Rosa Montero es tan japonesa como Kenzaburo Oe», aseveró. Luego recordó que en la trilogía de Jesús, de Coetzee, el primer trámite por el que todo el mundo pasa para llegar al cielo es un curso intensivo de español: «Él dice con sorna que lo hace para que los anglófonos convencidos de que en el paraíso también se habla inglés se lleven una sorpresa. Esto ya lo avisó Franco Battiato en una canción de los años 70, 'El Rey del mundo': “el día del Fin no te servirá el inglés”».

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